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I Grand Prix du Camion Paul Ricard. 7 de Mayo de 1984. 

«Regresamos a casa. El Renault ronronea y agradece que después del tute del fin de semana al menos volvemos de vacío. A ver si pasamos la frontera rápido. Cuando paramos a cenar llamé desde una cabina y dejé el recado en casa de que pusiesen sidra a refrescar, que tenemos que celebrar muchas cosas.
Dicen que con lo de entrar en Europa quitarán a todos estos de la frontera ¿pero entonces a que se van a dedicar en Irún?
Jesús lleva un rato dormido. Le duele todo el cuerpo, no me extraña, pero parte del “acuerdo” era amanecer en Burgos para cargar en la San Miguel y seguir para Madrid. Y eso que todavía no han visto el tute que le hemos dado a las ruedas, que espérate que no nos estalle alguna cuando tiremos para Aranda.»

De la ruta al circuito y del circuito a la ruta. Así eran entonces las carreras de camiones.

«Claro que es un gusto hacer lo que acabamos de hacer, porque la vida hay que echarla así, a las bravas, como en esas películas francesas donde se pasaban un fin de semana atracando bancos, robando coches y con las chavalas. Al final lo de menos era que los llevasen a la cárcel o les pegasen un tiro.
Es cierto que nos daba un poco de vergüenza cuando los comisarios nos preguntaron por el nombre de los mecánicos que habíamos traído y simplemente levantamos los hombros en señal de resignación.
-Aquí nos ves, no ha venido nadie más.
Y cuando Jesús se bajaba del camión, se quitaba el casco, sudando, aparecía alguno de la organización y nos daba un papelito, y nos decía: -‘Toutes nos félicitations’–
Hasta Max Meynier, el tío bajito del bigote que había organizado todo, se nos acercó y le dijo a uno que andaba con él:
-‘Le Navarrais! Une photo! Une photo!’.»

La única pista para investigar. Foto: Transporte mundial nº4, donde decían: Ya hay camioneros españoles corriendo en Europa. Ya, pero ¿Quiénes?

«Y después nos agradeció que estuviésemos allí como si fuésemos los tíos más importantes del mundo. Y por la noche, cenando solos en la cabina y hablando del día, un poco fuera de lugar mientras escuchábamos el cachondeo de la fiesta.
-¡El embrague no aguanta mañana! -repetía Jesús entre cerveza y cerveza. Y así, el día siguiente, más pruebas, y más pruebas y más pruebas. Y yo a pie de pista, en los boxes, viendo pasar el Renault envuelto en una nube de humo, y guardando los papelitos donde nos decían como habíamos quedado, los puntos que íbamos haciendo.»

¡Están locos estos franceses! Al fondo, esperando, nuestro Renault Made in Villaverde. Foto: France Routies.

«Volvemos a casa. Ya se ven las luces de Hondarribia. Hace un rato Jesús se echó a descansar en la litera. No se podía dormir, hablaba sólo y releía y releía los papeles de los organizadores.
-Oye, pues hemos ganado a cinco franceses, pero en una de estas pasamos quintos por la chicane de la recta. Igual sí que hay que volver el próximo año.
Se asomó desde la litera, miró a la carretera, un vistazo fugaz al tacógrafo, pensativo, y me dijo: Hasta Pancorbo no me despiertes. Y así se quedó dormido. Volvemos a casa.»

¡¡¡Quintos¡¡¡ o eso creemos, ya que no hay más información que las fotografías y al menos en este instante rodaban en esa posición. Foto: France Routies.
Texto.

Esto que acabáis de leer, forma parte de una ficción literaria. Es pura invención sobre una aventura real de la que no conocemos mucho más, así que tocaba imaginar (al menos una parte), para ahora contaros lo que sí que sabemos. Y es que tan sólo algunas imágenes y los resultados de la carrera, son las únicas pistas de lo que allí sucedió.

Los franceses de France Routies, con Max Meynier a la cabeza, ya habían convencido a los distinguidos responsables de Le Mans para organizar dos años seguidos las 24 horas de Lemans du camions (como os contamos en “La oportunidad perdida de Pegaso y La Sarthe”) y llenar su circuito de goma de neumáticos; de aceite; de olor a embrague quemado; y de la tribu de camioneros, un poco más ruidosos que los aficionados a los Sport Prototipos de Grupo C. Y ahora le tocaba el turno al circuito Provenzal de Paul Ricard de albergar el I Internacional Grand Prix du Camion. Corría mayo de 1984.

Lo desconocido hasta ahora, es que nuestros protagonistas, dos choferes de la empresa navarra Olloquiegui, participaron en este primer Grand Prix. Sus nombres eran Jesús Goldaraz y A. Cacho Macias, o Caho o Cano Macias, pues aparece escrito de las tres formas. Inscribieron un bonito Renault DR38 con los colores de la empresa; el nº195 en su calandra y el número 19 como dorsal para la carrera. Se inscribieron en la clase I, hasta 350 caballos.

Los desconocidos protagonistas de nuestra historia. Foto: France Routies.

En la Prueba Mecánica finalizaron terceros de su categoría. Es decir, que cambiaron ellos solitos los dos neumáticos delanteros, intercambiándolos, en 8´25´´52. No aparecen en los resultados de la Gymkhana (aunque era obligatorio participar), ni en la carrera de aceleración de 400 metros.

En las carreras propiamente dichas, finalizaron 16º en la primera manga, la cual ganó Michel Gaillard con un MAN 19.321. En la segunda repitieron posición, perdiendo esta vez una vuelta respecto al vencedor, que en este caso fue Houssat con otro MAN 19.321, mientras que no aparecen reflejados en la Gran Final. En el resultado acumulado de todas las pruebas finalizaron en 24ª posición sobre 30 participantes.

El ganador de esa edición de 1984. Michel Gaillard. Foto: France Routies.

Durante años he tratado de encontrar a los misteriosos pilotos que protagonizan este artículo y que aparecían en una fotografía del número 4 de la revista Transporte Mundial de 1987, aunque en realidad su participación se remontaba a 1984, lo cual me hizo andar años y años dando vueltas sin ningún resultado.

Esa búsqueda refleja también lo que ha cambiado el mundo de las carreras de camiones, desde la prensa escrita de finales de los ochenta, con las cabeceras de Transporte Mundial, Camión, Mundo Camión o Todo Transporte, hasta las primeras páginas web dedicadas a las carreras de camiones, o al menos de las que yo tengo constancia, como la desaparecida web Super-7.biz, creada por Jaime Ruiz “Super7”, y al que me gustaría dedicarle este artículo, por toda su pasión y su contribución a la popularización de este deporte. Sin olvidarnos, de antonioconejero.com, web oficial del piloto Antonio Conejero “El Pelao”, pero que seguía a todos los pilotos españoles en liza en ese momento y que es precursora de este medio, o www.truckrace.es que también nació en los “primeros años” de internet, y se centraba más en el Europeo.

El gran misterio lo pude resolver gracias al número 41 de la revista France Routies, cuyas fotografías se han usado para este artículo, cerrando así otro nuevo capítulo, esta vez muy sorprendente, en esta emocionante aventura que constituye el intento por reconstruir parte de nuestra historia, parte de nuestro patrimonio deportivo, en este caso de dos apasionados camioneros que resultaron ser los primeros en pisar Europa subidos a un camión de carreras.

Cartel publicitario de la edición de 1985 (un año después de la participación de los navarros) con Jesús Goldaraz y Macias 5ºs en la parrilla de salida de la categoría de menos de 350 caballos. Foto: France Routies.

No sabemos qué fue de ambos, sí acudieron a alguna carrera más como participantes o como espectadores, o sí realmente acudieron sin mecánicos o pararon a tomar café en Pancorbo a su regreso. Tampoco sabemos si participaron con el permiso de la empresa y por qué razón no se publicitó después esta participación histórica, como sí que hicieron, afortunadamente, los miembros del Equipo Reunits en 1987, tal y como os contamos en “Los pioneros. Josep Vila y Antonio de Dios”.

Todavía quedan muchas incógnitas sobre esta primera participación, ya que desafortunadamente, a día de hoy, poco más sabemos, así que esa historia la deben contar ellos, o los que los conocieron. Ojalá y así sea.

En nuestra próxima entrega de «Memorias de La Sarthe» nos aproximaremos a otra figura más conocida y también histórica en el mundo de las carreras de camiones, Manuel Santos Marcos.

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