«MEMORIAS DE LA SARTHE»: 40 AÑOS DEL PRIMER ’24 HEURES DU MANS CAMIONS’. DONDE EMPEZÓ TODO
Los próximos 10 y 11 de octubre de 2021 celebraremos el cuarenta aniversario de la primera carrera de camiones celebrada en Europa, la cual tuvo el escenario de Le Mans como protagonista. Por ello, con motivo de la edición 2021 de la cita de las 24h Camions, que se disputa unas semanas a la efeméride, este 25 y 26 de septiembre, hemos decidido realizar este especial de nuestra sección histórica «Memorias de La Sarthe».
Ya os dimos una pincelada en el primer artículo de esta sección y en el futuro dedicaremos un número especial al desarrollo de la competición en sus primeros años.
Dicho esto, ¡pongamos la máquina del tiempo en marcha!
En primer lugar pongámonos en situación. Para ello, viajamos hasta 1953, año en el que el director Henri Georges Clouzet, uno de los fundadores de la entonces nueva corriente de la Nouvelle Vague, había estrenado El salario del miedo en el que un solitario y desencantado camionero se convertía en el protagonista de una trepidante aventura en algún lugar de la selva americana.
En 1964, el recientemente fallecido Jean Paul Belmondo (gran aficionado al automovilismo deportivo) coprotagonizaba junto a Lino Ventura y a las órdenes de Henri Verneuil, Cien mil dólares al sol, una especie de western protagonizado por camioneros, en este caso con el desierto del Sahara como callado protagonista.
Sam Peckinpah estrenaba en 1978 Convoy, en el que el actor y popular cantante de folk Kris Kristofferson, se metía en la piel de un camionero que se enfrentaba a todo y a todos, con la única ayuda de sus compañeros y de su Mack RS700L apodado Patito de Goma.
Los camioneros de Clouzet, Verneuil, y Peckinpah eran valientes y solitarios, y podían vencer a cualquier enemigo, incluidos los sheriffs… La pregunta que hoy contestamos, formulada ya en 1981 era ¿podrían ser también rápidos e intrépidos los camioneros franceses teniendo como escenario las largas rectas de Hunaudieres? ¿En Le Mans?
En el plano deportivo Francia era un auténtico hervidero de esperanzas y novedades. Con los últimos coletazos de los años 70 del pasado siglo, se inauguraba una década que todos esperaban fuese mejor que la anterior, marcada en el mundo del transporte por la Crisis del Petróleo de 1974.
Alain Prost y Rene Arnoux hacían soñar a los aficionados con un primer mundial para Renault con la introducción de los motores turbo. Jaussaud vencía por última vez con el Alpine Renault en 1978 y Jean Rondeau (también presente en los camiones, con el equipo oficial Ford) imponía su Sport Prototipo en 1980 antes de que los Porche 936/956/962 impusieran su particular ley seca durante los siguientes siete años.
En el Mundial de Rallys, el Renault 5 Turbo Grupo-4, (previo a los Grupos B) se imponía en manos de Ragnoti-Andrie en la edición del Monte Carlo de 1981.
Centrándonos en nuestro ámbito y para completar la cuadratura del círculo, en octubre de 1980 llegaba a los quioscos franceses el primer número de la revista France Routiers dirigida por Gilles Barissat.
Entre sus firmas figuraba Max Meynier, actor y locutor de la emisora pública RTL y del popular programa Les routiers sont sympas (algo así como Los camioneros son simpáticos). En 1979 había retransmitido durante las largas noches de la navidad de 1979 y desde el mismo desierto una nueva aventura ¿la última aventura? el Paris-Dakar.
Nombres como Teneré, Thierry Sabine, los hermanos Marreau o George Groine acompañarían a partir de ese momento el duro bregar de los choferes franceses. No es de extrañar que la nueva especialidad que estaba por nacer se alimentara de pilotos provenientes del desierto y de la Resistencia, como el citado George “Gigi” Groine, Jean Rondeau, Henry Pescarolo, Lutz Bernau, Frankie Vojtisek, Jiri Moskal o Rene Metge. Sin olvidarnos, con el paso de los años, de Carlos del Val y Salvador Cañellas, pilotos de los Pegaso Dakarianos.
En este contexto tan particular, tanto los organizadores del ACO (L´Automobile Club de L´Ouest), como los más destacados miembros de la prensa especializada, observaban con expectación el desarrollo incipiente de las carreras de camiones en EE. UU., donde en 1979 se había disputado una primera carrera en el circuito Oval de Atlanta.
Y aunque en Europa apenas existían circuitos ovales, en el imaginario colectivo de aquellos ruotiers, lo americano o más estrictamente todo lo relacionado con el Oeste, estaba muy presente.
Con todos estos ingredientes comenzó a conformarse el sueño de convocar una carrera en la que los camiones fuesen los únicos protagonistas, y estando en Francia, pocos trazados podrían ser mejor escenario que el Circuito de La Sarthe en Le Mans, para acoger esa primera carrera de camiones.
Y ahora que ya está elegido el circuito necesitamos camiones de carreras; marcas interesadas; público; pilotos… pero fundamentalmente un impulso que materializase todas aquellas ideas que estaban en el imaginario colectivo.
La primera carrera convocada, quería recuperar la naturaleza de los orígenes del automovilismo deportivo, que tras la convocatoria del primer Mundial de Rallys para pilotos en 1977; o la progresiva profesionalización de la Formula Uno, parecía querer alejarse de una premisa fundamental: el vértigo por la velocidad lleva indisolublemente ligado el vértigo por la mecánica.
Así, para ganar las 24 Hours Du Camions los pilotos no solo debían ser rápidos, también debían ahorrar combustible, ser cuidadosos, ser habilidosos con el semirremolque y ser buenos mecánicos. Ah, y no volcar.
Atentos al programa de la primera carrera, que con algunas variantes se seguirá manteniendo hasta la actualidad. Prueba mecánica; slalom; regularidad y consumo arrastrando una gabarra por el circuito durante la noche, y finalmente velocidad pura, la prueba que con el tiempo se convirtió en la categoría preferida por los espectadores.
Se facilitó el acceso a los paddocks, incluida la invasión de la pista al finalizar la prueba. Se convocó un concurso de camiones decorados y se produjo un desfile de camiones clásicos y camiones de bomberos, los populares Pompiers. Además, en la pista varios cascadeurs o especialistas mostraban sus habilidades con motocicletas, camiones especialmente preparados o poniendo cabezas tractoras en dos ruedas. El circuito, al que acudieron la increíble cifra de 80.000 personas, se llenó de trailers, tiendas de campaña, autocaravanas, además de la presencia de algunos camiones del Dakar y de los stands de las principales marcas relacionadas con el sector.
Los camiones americanos en Francia podían contarse con los dedos de la mano, pero sus orgullosos poseedores no podían faltar a la cita, que incluyó la presencia en pista del espectacular e icónico Kenworth K100 de Jean Salou (mecánico y piloto del Dakar) que ejercería como primer Pace-Truck de la historia.
El sistema de competición obligaba a la participación en todas las pruebas, y se proclamaba un ganador final con la suma de puntos de todas las pruebas. Esto benefició a las marcas a la hora de publicitar sus resultados, ya que podían apuntarse la victoria en estas diferentes pruebas. Trofeos para todos.
Así, el primer año estuvo marcado por la victoria final de los camiones más homogéneos en el cómputo final, los UNIC Magirus Iveco con tan solo 290 caballos, con menor peso y consumo, frente a los rápidos Ford y Mercedes que lucharían al sprint por la Gran Final celebrada el domingo donde los vencedores finales, los Iveco solo serían octavos.
Otra de las peculiaridades de esta carrera es que se celebraría cada dos años, 1981, 1983, 1985… celebrándose fuera del campeonato Europeo hasta una solitaria edición en 1992. Tendría que llegar 2003 para que la cita de Le Mans se incorporase definitivamente al Europeo, alternándose como gran final con el Circuito del Jarama-RACE. Esa es la razón por la que figura como 36 Edición, aunque se celebre el 40 aniversario.
Ya en esa primera carrera de 1981 las principales marcas se mostraron muy interesadas, con la presencia de los equipos oficiales de Unic-Magirus-Iveco (es decir, la filial francesa), Mercedes-Benz y Ford. MAN, y Leyland se unirían en 1983. Renault, sorprendentemente, no estuvo representada de manera oficial en las primeras ediciones.
A pesar de no ser puntuable para el Europeo hasta el 2003, el gran prestigio de la prueba, junto a su buena ubicación en el calendario, pues el Europeo solía finalizar unas semanas antes, permitió la creación de una gran final paralela con la mayoría de las estrellas del Europeo.
Pese a que con el paso de los años, se han ido perdiendo algunas modalidades dentro del programa original de Le Mans, se mantienen las pruebas de Slalom y la Prueba Mecánica, así como los desfiles de camiones decorados y clásicos, actividades estas que se ampliaron al resto de circuitos del «Championnat de France Camions», siendo el trofeo galo un gran defensor del Gran Premio Total, es decir, hacer una gran fiesta del camión, lo cual no hace otra cosa que seguir apostando por esa idea primigenia que se inició en 1981.
Este modelo de competición no sólo marcaría la primera época de las carreras de camiones en Francia, dejando huella hasta nuestros días como os contábamos en el párrafo anterior, si no que en nuestro propio país tuvo un gran impacto y serviría como modelo a seguir. Y así pudimos disfrutar en las primeras ediciones de Jarama y Albacete, Pruebas Mecánicas y Slalom, exhibiciones con camiones como las de Patrick Bourny haciendo caballitos con su Renault, además del desfile de decorados y clásicos, el cual es lo único que se ha mantenido en el programa español hasta nuestros días.
En mi opinión, ese espíritu del GP total debe ser la dinámica que guíe, en la medida de lo posible, el renacido CECC.
Sirva este artículo como homenaje a uno de los principales protagonistas de aquellos primeros pasos, el periodista, locutor y actor Max Meynier, fallecido en 2006.
Francis Reyes, fotoperiodista de France Routies, le dedicó este hermoso epilogo tras su muerte. «Une chose est certaine, Max reviendra auprès des homme de la route.» que podríamos traducir como: “lo seguro es que Max volverá a acompañar a los camioneros.”
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